Las consultas por lesiones blanquecinas en la piel son muy frecuentes y van desde la aparición de una mancha tan pequeña que casi necesitamos una lupa para verla, hasta el brote impresionante de dermatitis atópica con el pobre niño hecho una costra de cabeza a pies.También ocurre en ocasiones que observamos lesiones cutáneas cuyas características no nos orientan hacia una entidad conocida, por lo que tenemos que limitarnos a descartar diagnósticos más que a encontrar uno concreto.
En nuestra zona geográfica hay unas manchas que son motivo de consulta habitual. Son las que se conocen popularmente como “empeines” y cuyo nombre médico es “Pitiriasis alba”. Se trata de una dermatosis que afecta sobre todo a niños en edad escolar y al principio de la adolescencia (6 a 15 años). Hay autores que afirman que son más frecuentes en niñas mientras que otros dicen que afecta ambos sexos por igual.
No se trata de una enfermedad grave y su mayor problema es que causa alteración estética. A pesar de que se ha estudiado desde hace décadas, no está bien establecida su causa. Se ha implicado a algunos microorganismos, sin que se haya podido comprobar una asociación causal. Por lo tanto, no se puede afirmar que se trata de un hongo en la piel, como se piensa muchas veces.
El principal factor relacionado con su aparición es la exposición al sol. Otros factores involucrados pueden ser la humedad ambiental, el viento y aquellos que contribuyen a tener una piel reseca (uso de jabones abrasivos, duchas muy largas con agua caliente). Por aquello de la piel reseca, también son habituales en personas con piel atópica.
Las lesiones aparecen como unas manchas de color blanquecino, redondeadas y ovaladas, más habituales en verano y afectando las zonas de exposición al sol (fundamentalmente la cara y brazos). Al ser de color claro son más llamativas en las personas de piel oscura, pero de igual manera se puede presentar en pieles más claras. Casi nunca pican. La duración de las manchas es variable: en algunos casos desaparecen en pocos meses, mientras que en otro tardan más tiempo (años). También pueden aparecer en brotes, es decir, períodos de aparición alternados con otros de mejoría. Lo que se ha visto es que, en general, desaparecen de forma definitiva durante la adolescencia.
El tratamiento consiste en evitar los factores predisponentes: limitar la exposición al sol, usar de forma regular cremas de protección solar con factores mayores de 15. Duchas de menos de 10 minutos y con agua tibia. Los emolientes y cremas hidratantes ayudan a disminuir la resequedad de la piel.