No todos los productos cosméticos cumplen lo que dicen, ni están obligados a hacerlo…
El uso adecuado de los productos tópicos para la piel puede, en cierta medida, mantener la piel saludable mediante la reducción o prevención de los efectos adversos que el envejecimiento y el medio ambiente tiene en la piel. Sin embargo, la evidencia histológica de la eficacia de cosmecéuticos no necesariamente se traduce en eficacia clínica, además que estos productos no tienen que someterse a la pruebas rigurosas que se hacen a los productos farmacéuticos, para poderlos situar más rápido en el mercado y al alcance de los consumidores. De hecho, estudios clínicos rigurosos u ensayos pueden no ser posibles para muchos productos de cuidado de la piel y tampoco son exigidos.
Una de las razones es que sus efectos deseados pueden constituir cambios sutiles en la piel que, cuando se miden, no alcanzan significación estadística. Para complicar el problema, es el hecho de que demostrar científicamente la eficacia de un producto, hacer la distinción entre los efectos positivos de sus ingredientes activos y sus vehículos hidratantes pueden ser imposible.
También, con el fin de ejercer efectos beneficiosos en las capas inferiores de la piel, los ingredientes activos en los productos de cuidado de la piel debe consistir en moléculas que sean lo suficientemente pequeñas como para penetrar la epidermis, lo cual no siempre se cumple.
Por último, si han de ser eficaces, los productos de cuidado de piel deben ser físicamente y químicamente estables una vez que sus contenedores se han abierto.
A la luz de todas estas consideraciones, información sobre el medicamento para los productos tópicos para la piel debe ser visto con cierto grado de escepticismo a menos se aportan pruebas convincentes de su eficacia.